Breve guía del cuidado de las plantas

Aunque cuidar una planta no es difícil, es frecuente escuchar que "yo no tengo mano para las plantas", o que "a mi todas las platas se me mueren".

No te preocupes, no hay que tener ningún don especial para cuidar una planta, y tampoco estás gafado.

Para cuidar una planta, simplemente hay que procurar que tenga las condiciones de cultivo que necesita, y en este post te vamos a explicar cuáles son estas condiciones y requisitos.


Cuidar una planta es fácil si sigues estos 6 consejos básicos

  1. Cultiva tu planta un suelo o sustrato apropiado.
  2. Proporciona a tu planta las condiciones ambientales que necesita.
  3. Riega la planta, pero en su justa medida.
  4. Alimenta a tu planta con abonos y fertilizantes.
  5. Cura sus plagas y enfermedades.
  6. Que tu planta tenga su espacio vital.

Lo que está claro es que, si no podemos proporcionar a nuestra planta unas condiciones optimas para vivir, tarde o temprano presentará mal aspecto, enfermará y morirá.

Por eso, antes de comprar una planta, debemos interesarnos por sus necesidades, y sólo seleccionar plantas a las que les podamos garantizar un hábitat ideal para su crecimiento y desarrollo.

Hay cientos de plantas que podemos elegir y, prácticamente con seguridad, encontraremos las especies o variedades que mejor se adapten al espacio donde queremos plantar.

El sustrato adecuado para planta

Para cuidar una planta adecuadamente vamos a empezar por lo más básico, que es el sustrato sobre el que se va a plantar.

Cada suelo o sustrato tiene unas propiedades físicas y químicas que favorecen o perjudican a unas plantas o a otras.

Una condición fundamental para cuidar las plantas es, desde el inicio, cultivarlas sobre sustrato que les sea favorable.

Hay que tener en cuenta que las planta adquiridas en viveros o en cetros de jardinería vienen sobre un sustrato que es muy favorable para el crecimiento de las plantas jóvenes, pero que no tiene por qué ser el mejor sustrato una vez que la planta se desarrolla.

Los sustratos utilizados en viveros suelen ser muy ligeros, apropiados para el enraizamiento y el crecimiento del plantel, pero que a veces tienen "poca fuerza" para las necesidades de la planta adulta.

Por tanto, es aconsejable trasplantar la planta a un sustrato más consistente y definitivo.

Para ello tenemos a nuestra disposición sustratos y tierras envasadas, algunos de ellos específicos y especialmente formulados para ciertas variedades.

Es fácil encontrar sustratos para plantas acidófilas, como hortensias, camelias, rododendros, camelias y otras plantas que requieren un suelo ácido, es decir, on un pH bajo.

Tampoco hay dificultad para encontrar sustratos especiales para plantas de interior o plantas de exterior.

Los sustratos universales son adecuados para la mayoría de las plantas, excepto las plantas acidófilas, para las que siempre debemos elegir un sustrato para plantas ácidas.

La importancia del factor pH para cuidar las plantas

Antes de comprar una planta debemos saber qué nivel de acidez o alcalinidad requiere su sustrato ideal, el pH.

El sustrato que compremos para el trasplante siempre debe estar dentro de los valores que requiere la planta.

Del mismo modo, si vamos a plantar en nuestro jardín, conviene saber que nivel de pH tiene el suelo donde pretendemos plantar, para así elegir las plantas que mejor se adapten al mismo.

Una vez que sabemos el pH que tiene nuestro suelo, se han de seleccionar las plantas que se adapten a este parámetro, o bien se tendrán que realizar las correcciones necesarias para conseguir elevar o disminuir su pH al rango que nos interese.

  • Se considera un suelo con pH neutro cuando éste tiene un valor de 6,5 a 7.
  • Por debajo de 6,5 se considera un suelo ácido.
  • Por encima de 7 el suelo es alcalino

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Las condiciones ambientales en el cuidado de las plantas

Cuidar una planta también supone procurarles las condiciones de exposición ambiental que sean propicias para su crecimiento y desarrollo. Básicamente son las siguientes:

La temperatura:

Cada planta prefiere uno rango de temperatura determinado en los que se desarrolla de forma adecuada.

De la misma forma, cada planta es capaz de soportar unas temperaturas máximas y mínimas por reducido espacio de tiempo, sin verse seriamente perjudicada o incluso morir.

Es necesario que tengamos la planta en los rangos de temperatura óptimos para su cultivo.

La humedad ambiental:

Algunas plantas necesitan de una determinada humedad en el ambiente.

La sequedad y falta de humedad es uno de los trastornos más frecuentes que podemos encontrar en las plantas de interior.

Esto es así porque muchas de las plantas de interior son originarias de regiones tropicales o subtropicales, donde la humedad ambiental es elevada.

La luz y la exposición al sol:

Hay plantas que requieren las máximas horas de sol, que toleran perfectamente el sol del mediodía en verano, plantas que son capaces de girar sus flores en dirección al sol, como los girasoles.

Otras plantas prefieren la sombra o la semi-sombra, se queman y se deshidratan bajo el sol intenso.

Unas necesitan de mucha luz, otras se conforman con menos.

Para cuidar las plantas correctamente, debemos saber qué condiciones de exposición solar y de luz necesitan, y colocarlas en el lugar adecuado.

Cuidado de las plantas-El riego

Cada planta requiere de un determinado aporte de agua, que puede variar a lo largo del año, según la temperatura ambiental.

También las necesidades de riego serán diferentes según el tamaño de la planta, o de la fase de desarrollo en la que se encuentre.

El exceso de agua, no sólo no beneficia, sino que perjudica de manera notable la salud de las plantas.

Es frecuente ver como, ante una planta enferma o deteriorada por otras causas ajenas al riego, sus cuidadores se empeñan el aportar cantidades exageradas de agua creyendo que el riego es la solución para todo.

Las plantas se desecan, pierden hojas y mueren por muchas causas que nada tiene que ver con la falta de riego.

Hay que estar atentos a estas otras posibles causas porque no todo se soluciona con riego y más riego.

El exceso de riego propicia la aparición de plagas y enfermedades y, si el suelo o la maceta están encharcados, no permitirá la respiración de las raíces.

Los suelos deben contener aire, si anegamos el suelo, el agua ocupa el lugar del aire y se produce asfixia radicular,

Además, salvo que se llegue a un punto de no retorno, las plantas deficitarias de agua enseguida se recuperan con el riego, mientras que los daños producidos por exceso de riego son mucho más difíciles de subsanar.

Cómo cuidar las plantas- El Abonado

Las plantas extraen los nutrientes que contiene el suelo de forma lenta pero constante, si estos nutrientes no son repuestos periódicamente, lógicamente llegará el momento que ya no los tengan disponibles.

Ante la falta de uno o varios de los 14 elementos nutricionales que las plantas absorben por las raíces y que necesitan para alimentarse, la planta entrará en un estadio de carencia nutricional.

Para cuidar las plantas es preciso realizar las aportaciones periódicas de abonos y fertilizantes, que nos aseguran que la planta siempre encontrará disponible su alimento en el suelo.

Una planta con una carencia nutricional nunca tendrá buen aspecto, no se desarrollará correctamente, y sus distintos estados de enraizamiento, crecimiento, floración o fructificación se verán afectados negativamente.

Las plantas desnutridas también son más propensas al ataque oportunista de plagas y enfermedades, porque tendrán mermadas sus propias defensas para resistir estos ataques.

También serán menos resistentes a las condiciones ambientales adversas y a cualquier tipo de estrés.

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Un espacio vital para las plantas

Otro aspecto a tener en cuenta para cuidar las plantas es que cada ejemplar necesita un espacio para poder desarrollarse en plenitud, y esto es válido tanto para su parte visible como para su sistema radicular.

Los agricultores conocen y respetan lo que se denomina el marco de plantación, que no es otra cosa que la distancia, a lo largo y a lo ancho, a la que se debe plantar una planta de otra.

A la hora de seleccionar plantas conviene conocer cual será su tamaño en estado adulto.

Es frecuente comprar plantas jóvenes en viveros y centros de jardinería sin preocuparse de cual será su tamaño una vez desarrollada, y del espacio que va a necesitar cuando sea adulta.

Las plantas cultivadas excesivamente juntas no permiten una aireación correcta y compiten por sobresalir al sol y por extraer los elementos nutritivos del suelo.

Esto produce plantas desequilibradas en su porte, larguiruchas, con mucho tallo y poca masa foliar que repercute negativamente en su belleza, en su floración y en la fructificación.

En las casas y jardines domésticos es frecuente ver plantas pegadas a muros, paredes y otros elementos constructivos que impiden que el aire y el sol penetren en la planta.

Esto hace que se inclinen hacía fuera, o intenten desesperadamente sobresalir por encima de estos elementos, buscando el aire y el sol.

Hay excepciones, como cuando queremos formar un seto tupido o hacer un macizo arbustivo compacto, en las que las plantas se plantan muy juntas de forma intencionada, pero las plantas que soportan bien esta situación son limitadas, generalmente conocidas por este motivo como plantas para setos.

Aún así, en estos cultivos forzados a un marco de plantación reducido, hay que estar muy pendientes a su estado de salud y a posibles carencias nutricionales.

Cuando las plantas se plantan muy juntas, sin una correcta aireación y recibiendo menos sol o luz de lo que necesitan, son más propensas a contraer plagas y enfermedades y a su rápida propagación.

Igual de importante es facilitar a las plantas la maceta o jardinera que necesitan, realizando trasplantes a contendores más grandes según vayan creciendo.

Es imposible que una planta que, por ejemplo, alcance un metro de altura, se desarrolle adecuadamente sobre la pequeña maceta en que se compró cuando tenía 30 cm de altura.

Las plantas necesitan sustrato o suelo para poder expandir sus sistema radicular.

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Cuidar plantas supone mantenimiento y limpieza

Cuidar las plantas implica también mantenerlas limpias de todo aquello que favorece la aparición de plagas y enfermedades.

Elimine las partes enfermas y muertas de la planta, estas partes ya no se van a recuperar.

El uso de fungicidas u otros productos podrán detener o controlar la enfermedad, pero nunca recuperan las partes ya dañadas.

Sanee la planta según requiera su especie o variedad, pódela o recórtela si esto le beneficia, elimine ramaje sobrante y mantenga su porte proporcionado y equilibrado.

Retire la mala hierba de su jardín o huerto, que compite por los nutrientes y muchas veces son la fuente de entrada de plagas y enfermedades.

Limpie el jardín o el huerto todo resto orgánico que pueda ser foco de infecciones.

La materia orgánica es un excelente fertilizante para las plantas, pero sabiendo de su procedencia y aportadas en el momento oportuno.

Por cierto, cuidado con los abonos y enmiendas a granel de dudosa procedencia y procesamiento, a menudo vienen infectados o contienen semillas de malas hierbas si no han sido tratados correctamente.

Trabajar la planta, podarla según su especie y, en definitiva, ocuparse de su mantenimiento, será mucho más fácil si dispone de la herramienta y accesorios de cultivo adecuados.

Cuidar la planta cuando está enferma

A veces es inevitable que plantas sanas enfermen o contraigan plagas a pesar de habernos preocupado de ofrecerles unas condiciones favorables de cultivo.

Las plagas son oportunistas y las enfermedades se transmiten y propagan con una mucha facilidad.

Existen bastantes remedios naturales y químicos para combatir las plagas, pero para las enfermedades no disponemos de tantos, ni son tan efectivos.

Las enfermedades de las plantas pueden ser de origen fúngico, vírico o bacteriano.

Para las enfermedades fúngicas provocadas por hongos hay un amplio vademécum de fungicidas de eficacia contrastada, pero las enfermedades por virus y bacterias son más complicadas de tratar, aunque también hay productos para ello.

Pero lo más importante es actuar rápidamente, a los primeros síntomas, antes de que la enfermedad se extienda y cause a la planta daños irreparables.

Hay plantas muy propensas a contraer diversas plagas o enfermedades, en este caso incluso podemos actuar de forma preventiva, hay productos para ello.

También es necesario actuar preventivamente cuando una misma plaga o enfermedad se presenta de forma recurrente cada temporada.

Es fácil que las plagas sobrevivan de una temporada a otra a través de sus huevos, o que hongos esperen un nuevo ataque oportunista a través de sus esporas.

Para eliminar las plagas podemos usar insecticidas para plantas, que pueden ser naturales o químicos.


Autor: José Julián Díaz


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